Sacramentalidad del Episcopado
Cristo se hace presente en medio de sus fieles en la persona de los Obispos, y, a través de ellos, lleva a cabo: la predicación de la palabra de Dios a todas las gentes, administra continuamente los sacramentos de la fe a los creyentes, por medio de su oficio paternal va congregando nuevos miembros a su Cuerpo y por medio de su sabiduría y prudencia dirige y ordena al Pueblo del Nuevo Testamento en su peregrinar hacia la eterna felicidad[278].
Para realizar estos oficios, los Apóstoles fueron enriquecidos con una efusión especial del Espíritu Santo, que descendió sobre ellos, y ellos, a su vez, por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores este don espiritual, que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal[279].
Distinción dogmática entre obispo y presbítero:En la Iglesia se ha tenido siempre la idea de que la autoridad deriva o tiene su raíz en lo sacramental; se distinguen algunas relaciones y diferencias entre el obispo y el presbítero, que aclaran la naturaleza del Episcopado:
1) El obispo sacramentalmente está destinado a ser cabeza de la Iglesia.
2) El presbítero sacramentalmente está destinado a ser cooperador del obispo[280].
3) Lo que materialmente pueda hacer o no hacer el presbítero depende del obispo[281].
4) Ambas son participaciones del mismo sacerdocio de Cristo pero de distintos modos; por lo tanto, no se da una distinción material sino formal sacramental.
Algunas características de la consagración episcopal: El Concilio Vaticano II enseña, con respecto a la consagración episcopal, que:
1) Es sacramento que confiere la plenitud del sacramento del orden[282].
2) Confiere junto con el oficio de santificar, también los oficios de enseñar y de regir. La ordenación episcopal confiere la sacra potestas, tanto la potestad de orden como la de autoridad. Esta potestad, que desempeñan personalmente en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata[283].
3) Estos oficios sólo se pueden ejercer estando en comunión jerárquica con la Cabeza y los miembros del Colegio[284]. Pero no se debe considerar a los obispos como vicarios del Papa, cuya autoridad ordinaria e inmediata no anula la de ellos, sino que, al contrario, la confirma y tutela[285].
4) Es verdadero sacramento, en el cual por la imposición de las manos y las palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y se imprime carácter[286].
5) Por esta consagración, los Obispos, de modo visible y eminente, hacen las veces del mismo Cristo y actúan en lugar suyo. Cada uno de los obispos es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares[287].