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UN HERMOSO CAMINAR ESPIRITUAL

EL CAMINITO DE INFANCIA ESPIRITUAL

(Según la vida y escritos de Santa Teresita del Niño Jesús)

R. P. Martin

 

EL CAMINITO DE INFANCIA ESPIRITUAL
Según la vida y escritos de Santa Teresita del Niño Jesús
 
“Este es un camino que sin permitir a todos llegar a las alturas a donde Dios condujo a Teresita, es no sólo posible, sino fácil para todos. Como observa San Agustín, no todos pueden predicar y hacer grandes cosas. Pero ¿quién es incapaz de orar, de humillarse y de amar?” Pio XI
 
Prólogo
Si Santa Teresita del Niño Jesús viviese aún, hubiera cumplido cincuenta y dos años en este de 1925, testigo de los honores de su canonización.
Es verdad que otros santos jóvenes tuvieron en tan poco tiempo la dicha de santificarse y la gloria de ser canonizados. Pero lo que a nuestro parecer es nuevo en la historia de las canonizaciones es el movimiento sin precedente que su causa ha suscitado en el mundo entero.
De todos los ámbitos del universo, de los países salvajes lo mismo que de los civilizados, de todas las clases sociales se han visto afluir conmovedoras súplicas para impetrar de la Santa Sede la gracia de elevar al honor de los altares la humilde Carmelita que se extinguía suavemente en el monasterio de Lisieux en la última tarde de septiembre del 1897, sin haber hecho nada saliente en el sentido que de ordinario se da a este vocablo y, en todo case, del todo ignorada de sus contemporáneos en la hora de su muerte.
Semejante movimiento, por muy extraño que sea, parece poder explicarse por la extraordinaria cantidad de gracias atribuidas a su intercesión. Pero estas gracias a su vez exigen una explicación. Pues Dios nada hace sin motivo y sobre todo no prodiga sus milagros sin graves razones.
Habitualmente el milagro, en los designios de Dios, es como la carta de recomendación que da a sus enviados para acreditarlos ante los hombres, es la marca del sello divino sobre sus obras y la prueba auténtica de su misión sobrenatural.
¿Tenía, pues, Santa Teresita del Niño Jesús que cumplir alguna misión providencial? Sí, y “la lluvia de rosas” que había anunciado antes de morir y que desde hace veintisiete años no cesa de hacer caer sobre el mundo no es más que el sello divino atestiguando su mandato.
Sobre el sentido y finalidad de esta misión Santa Teresita del Niño Jesús se explicó claramente poco antes de su muerte: “Presiento – dijo entonces – que va a comenzar la misión mía, la misión de hacer amar a Dios como yo le amo… la de dar mi caminito a las almas. Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra. No es esto imposible, puesto que en el seno mismo de la visión beatífica los ángeles velan sobre nosotros. No, no podré tomar descanso alguno hasta el fin del mundo. Pero cuando el ángel haya dicho: ya no existe el tiempo, entonces descansaré, podré gozar porque el número de los elegidos será completo.”
Y al preguntarle qué caminito quería ella enseñar a las almas, contestó: “Es la vida de infancia espiritual; es el camino del total abandono. Voy a indicarles los medios que tan buen éxito me han dado, decirles que tan sólo hay que hacer una cosa aquí abajo: echar a Jesús las flores de los pequeños sacrificios, ganarle con caricias. Así es como yo le he conquistado – por eso seré tan bien recibida.” (Historia de un alma, c. XII)
Propónese esta obrita dar a conocer este “caminito” de infancia espiritual. Se dirige a todas las almas seriamente cristianas, pero en especial a las que la Santa llamaba “almas pequeñitas”, designando por esta palabra las que no siendo llamadas a imitar las acciones brillantes, ruidosas de los grandes santos, deben por lo mismo caminara toda su vida en la sencillez de la vía común.
Pues la ventaja inestimable de este caminito es poner la perfección al alcance de todos los hombres de buena voluntad; es hacer accesibles las cimas más elevadas del amor divino a quienquiera tenga deseo sincero de llegar a ellas.
Dos razones principales han inspirado al autor la composición de este escrito. En primer lugar, el deseo de dar a conocer a un gran número de almas ávidas de perfección, pero que a veces se desaniman porque hallan el camino demasiado oscuro o demasiado arduo, “un caminito nuevo, muy fácil, muy corto para ir al cielo.”(Historia de un alma, c. IX) En segundo lugar, un profundo sentimiento de gratitud hacia la amable santa, que durante su destierro aquí abajo, sufrió y oró tanto por la santificación de los sacerdotes y se complace en reconocer en ella su celestial bienhechora. Su intención es, pues, que esta obra sea como el exvoto de su agradecimiento.
Sólo un temor existía capaz de hacerle retroceder: el temor de tergiversar, expresándolo mal, el verdadero pensamiento de la Santa. Pero en el seno de la doble familia humana y religiosa donde creció y se desarrolló esta flor celestial de virtud, aquellas mismas que más de cerca pudieron desde su niñez penetrar en lo mas íntimo de su alma, han querido dar al autor de estas páginas, la seguridad para el tan preciosa, de que los verdaderos sentimientos de su santa hermanita habían sido fielmente expresados, y sólo alentado formalmente por ellas, se decidió él a entregar este estudio al público.
Al componerlo no fue su propósito escribir un tratado completo de espiritualidad, sino tan sólo indicar un medio particularmente fácil de santificación. De suerte que no se trata en él sino de lo que concierne directamente al caminito de infancia.
A los que quieran penetrar mas a fondo en el espíritu de Santa Teresita del Niño Jesús, será utilísimo remontar a la fuente y leer atentamente la “Historia de un Alma”.
En fin, como complemento de nuestro modesto trabajo, aconsejamos vivamente que se consulte la obra que el Carmelo de Lisieux acaba de editar con el titulo: “El Espíritu de Santa Teresita del Niño Jesús, según sus escritos y los testigos oculares de su vida”, y en el cual manos piadosas han dispuesto con tanto arte como amor otras tantas piedras preciosas en rico estuche, todo lo que se ha podido recoger de los pensamientos y sentimientos de la amada Santa. Leerlo y meditarlo será de muy gran provecho.
Semillitas al Señor  
  "Así como el sol alumbra a los cedros y al mismo tiempo a cada florecilla en particular, como si sola ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa nuestro Señor particularmente de cada alma, como si no hubiera otras. (Manuscrito A, 3 r°)
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Vos obráis como Dios, que nunca se cansa de escucharme cuando le cuento con toda sencillez mis penas y mis alegrías, como si él no las conociese... (Manuscrito C, 32)
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Puedes, por lo tanto, como nosotras, ocuparte de "la única cosa necesaria", es decir, que aun entregándote con entusiasmo a las obras exteriores, tengas por único fin complacer a Jesús, unirte más íntimamente a él. (Carta 228)
 
El Señor y los corazones...  
  ¡Ah, qué verdad es que sólo Dios conoce el fondo de los corazones!... ¡Qué cortos son los pensamientos de las criaturas!... (Manuscrito C, 19 v°)
 
El Señor Es ternura...  
  Al entregarse a Dios, el corazón no pierde su ternura natural; antes bien, esta ternura crece haciéndose más pura y más divina. (Manuscrito C, 9 r°)
 
El Señor esta siempre con nosotros...  
  cielo que le es infinitamente más querido que el primero: ¡el cielo de nuestra alma, hecha a su imagen, templo vivo de la adorable Trinidad!... (Manuscrito A, 48)
 
Santo Rosario  
   
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