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Semillitas teresianas

"Presiento que mi misión
va a comenzar:
mi misión de hacer amar a Dios como yo lo amo y de enseñar
mi caminito a las almas"

(Útimas Conversaciones, 17 de julio de 1897)

 

Sufrimiento

Quien dice paz no dice alegría, al menos alegría gustada. Para sufrir en paz, basta querer todo lo que Jesús quiere. (Carta 63)

Sin embargo, me parece que las tribulaciones ayudan mucho a despegarse de la tierra, hacen mirar más allá de este mundo. Aquí abajo nada puede satisfacernos. (Carta 23)

Dios no puede mandarme pruebas que estén por encima de mis fuerzas. (Carta 36)

Pequeñez

A veces comprobamos que estamos deseando lo que brilla. Coloquémonos entonces humildemente entre los imperfectos, estimémonos como almas pequeñas a las que Dios ha de sostener a cada instante. Cuando él nos ve bien convencidas de nuestra nada, nos tiende la mano. Sí, basta humillarse, soportar con dulzura las porpias imperfecciones : he ahí la verdadera santidad (Carta 215)

En otro tiempo creía no estar apegada a nada; pero desde que comprendí las palabras de Jesús, veo que cuando llega la ocasión, soy muy imperfecta. (Manuscrito C, 16 v°)

También yo tengo debilidades, pero me alegro de ello. (...) Entonces, entro dentro de mí misma y me digo : ¡Ay, me encuentro, pues, todavía en el mismo peldaño que antes! Pero me digo esto con gran dulzura y sin tristeza. ¡Es tan dulce sentirse débil y pequeño! (Ultimas Conversaciones, 5.7.1)

Cuando caigo como los niñitos, compruebo todavía más mi nada, y pienso : ¿Qué haría, qué sería de mí, si me apoyase en mis propias fuerzas?... (Ultimas Conversaciones, 7-8-4)

Animo

¿Quisiéramos no caer nunca? ¿Qué importa, Jesús mío, que yo caiga a cada instante? Veo en ello mi debilidad, y esto es para mí una ganancia grande. Vos veis en ello lo que puedo hacer, y por eso os sentiréis más inclinado a llevarme en vuestros brazos... Si no lo hacéis, es que os gusta verme por el suelo... Si es así, no me inquietaré, sino que seguiré tendiéndoos mis brazos suplicantes y llenos de amor. ¡No puedo creer que me abandonéis!... (Carta 65)

La única felicidad que hay en la tierra es la de trabajar por juzgar siempre deliciosa la parte que Jesús nos asigna. (Carta 228)

Misericordia

¡Qué alegría más dulce pensar que Dios es justo, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestra naturaleza! ¿De qué, pues, tendría yo miedo? (Manuscrito A, 83 v°)

Te aseguro que Dios es mucho mejor de lo que tú crees. Se contenta con una mirada, con un suspiro de amor... En cuanto a mí, la perfección me parece muy fácil de practicar, porque he comprendido que no hay que hacer más que ganar a Jesús por el corazón. Mira a un niñito que acaba de enojar a su madre, encolerizándose o desobedeciéndola: si se esconde en un rincón con aire en furruñado y grita por miedo a ser castigado, su mamá no le perdonará, ciertamente, su falta; pero si va a tenderle sus bracitos, sonriendo y diciendo : "bésame, no lo volveré a hacer", ¿no le estrechará su madre enseguida contra su corazón con ternura, olvidando todo lo que ha hecho?... Sin embargo, ello sabe que su querido pequeño volverá a las andadas en la primera ocasión, pero no importa: si vuelve a ganarla otra vez por el corazón, nunca será castigado. (Carta 171)

Siento que si, por un imposible, encontrases a un alma más debil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores mayores todavía, con tal que ella se abandonara con entera confianza a tu misericordia infinita. (Manuscrito B, 5 v°)

Si, estoy segura de que aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto por el arrepentimiento, a arrojarme en los brazos de Jesús, porque sé muy bien cuánto ama al hijo pródigo que vuelve a él. (Manuscrito C, 36 v°)

Amor

En cuanto a mí, no conozco otro medio para llegar a la perfección que el amor...¡Amar! ¡Qué bien hecho está para eso nuestro corazón!... (Carta 87)

Vivir de amor es darse sin medida,
sin reclamar salario aquí en la tierra.
¡Ah, yo me doy sin cuento, bien segura
de que en amor el cálculo no entra! (Poesía 17)

Amar es darlo todo, darse, incluso, a sí mismo. (Poesía 54)

¡Oh, qué bella es nuestra religión! En lugar de encoger nuestros corazones (como cree el mundo), los eleva y ensancha, y los hace capaces de amar, de amar con un amor casi infinito, puesto que ha de continuar después de esta vida mortal. (Carta 145)

¡Oh, Amado mío, así es como se consumirá mi vida!... No tengo otro modo de probarte mi amor que arrojando flores, es decir, no desperdiciando ningún pequeño sacrificio, ninguna mirada, ninguna palabra, aprovechando las más pequeñas cosas y haciéndolas por amor... (Manuscrito B, 4 r°)

No le rehusemos el menor sacrificio, ¡es tan grande todo en la religión!... ¡Recoger un alfiler por amor puede convertir a un alma! ¡Qué misterio! ¡Ah, solo Jesús puede dar tal valor a nuestras acciones, amémosle, pues, con todas nuestras fuerzas! (Carta 143)

Sentí, en una palabra, que entraba en mi corazón la caridad, la necesidad de olvidarme de mí misma por complacer a los demás. ¡Desde entonces fui dichosa!... (Manuscrito A, 45 v°)

Para no ser juzgada en absoluto, quiero tener siempre pensamientos caritativos, pues Jesús dijo : 'No juzguéis, y no seréis juzgados.' (Manuscrito C, 13 r°)

El amor todo lo puede: las cosas más imposibles no le parecen dificiles. Jesús no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad, cuanto el lamor con que tales obras se hacen... (Carta 40)

Comprendí que sin el amor, todas las obras son nada, aun las más brillantes. (Manuscrito A, 81 v°)

Comprendíqui si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no le faltaría el más necesario, el más noble de todos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que este corazón estaba ardiendo de amor. (Manuscrito B, 3 v°)

Comprendí que sólo el amor era el que ponía en movimiento a los miembros de la Iglesia; (...) que el amor encerraba todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y todo los lugares... en una palabra, ¡que el amor es esterno!... (Manuscrito B, 3 v°)

 

http://therese-de-lisieux.cef.fr/esp/framesesp.htm

 

 
Semillitas al Señor  
  "Así como el sol alumbra a los cedros y al mismo tiempo a cada florecilla en particular, como si sola ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa nuestro Señor particularmente de cada alma, como si no hubiera otras. (Manuscrito A, 3 r°)
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Vos obráis como Dios, que nunca se cansa de escucharme cuando le cuento con toda sencillez mis penas y mis alegrías, como si él no las conociese... (Manuscrito C, 32)
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Puedes, por lo tanto, como nosotras, ocuparte de "la única cosa necesaria", es decir, que aun entregándote con entusiasmo a las obras exteriores, tengas por único fin complacer a Jesús, unirte más íntimamente a él. (Carta 228)
 
El Señor y los corazones...  
  ¡Ah, qué verdad es que sólo Dios conoce el fondo de los corazones!... ¡Qué cortos son los pensamientos de las criaturas!... (Manuscrito C, 19 v°)
 
El Señor Es ternura...  
  Al entregarse a Dios, el corazón no pierde su ternura natural; antes bien, esta ternura crece haciéndose más pura y más divina. (Manuscrito C, 9 r°)
 
El Señor esta siempre con nosotros...  
  cielo que le es infinitamente más querido que el primero: ¡el cielo de nuestra alma, hecha a su imagen, templo vivo de la adorable Trinidad!... (Manuscrito A, 48)
 
Santo Rosario  
   
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