TEMA 18: EL SER HUMANO, CRIATURA DE DIOS
18.1. Los relatos del génesis.
18.2. Creación del varón y de la mujer.
18.3. El hombre, imagen de Dios.
18.4. Características de la persona.
18.5. El alma humana; la unidad animico-corporal del ser humano.
A) DESARROLLO
18.1. Los relatos del génesis.
En el libro del génesis encontramos dos relatos sobre la creación del primer hombre. Estas narraciones están en Gen 1,26-28 (relato sacerdotal ) y en Gen 2,4b-25 (relato Yahvista ). Éstas, aunque diferentes por el tiempo de su composición, su procedencia y lenguaje, se complementan y constituyen un todo unitario, que trasmite la enseñanza revelada sobre el origen del hombre.
1) Primer relato: Gen 1,26-28. ( Siglo VI a.C.) Pertenece a la fuente sacerdotal. En este relato se descubren formas de pensar y decir propias del tiempo de la cautividad en Babilonia. Esta narración es de índole teológica, esconde en sí una potente carga metafísica. Contiene el hecho objetivo
En el sexto día , Dios - después de haber creado a los astros, plantas, animales, etc. - crea al hombre y lo hace a su “ imagen y semejanza “ , para que domine los peces del mar, a las aves del cielo, etc.
El hecho de la creación en etapas habla de una gradación de calidad. Pero el hombre no es creado según una sucesión natural, sino que el Creador parece detenerse antes de llamarlo a la existencia, como si volviese a entrar en sí mismo, para tomar una decisión.
En el versículo 26 , las palabras divinas “ hagamos al ser humano “ constituyen una solemne introducción indicativa, entre otras cosas, de lo que va a ocurrir encierra una particular importancia dentro del conjunto de la obra creadora. Expresa: una decisión y anuncia una acción: “ Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Esta afirmación del versículo 26 constituye la más importante y sorprendente del mismo.
La fijación del significado de las palabras imagen y semejanza, usadas en el texto, ha ocupado la atención de los teólogos y exegetas. Los intérpretes se dividen inicialmente entre los que consideran que aquellos términos son sinónimos y los que hablan de una diferencia de significado deliberadamente pretendida por el escritor sagrado. Pero analizando el texto no da pie a pensar de que se trata de dos cosas distintas, sino que se refieren a lo mismo. El texto parece llevar una cierta redundancia.. En él, la expresión imagen repite tres veces: a) Propósito : “ hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza “, b) Acción: “Dios creó (…) a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó “. ( v. 27 ).
En el versículo 27, el sustantivo hombre se sustituye por macho y hembra. Con ello nos quiere decir que ambos ( varón y mujer ), son igualmente imagen de Dios. La distinción de sexos pertenece a la creación inmediata de la humanidad. El ser humano se realiza plenamente en la diferencia de varón y mujer.
En el versículo 28, encontramos un bendición nupcial, Dios les dice: “ sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y dominad “. El aspecto y la actividad de la pareja que ocupan la atención del hagiógrafo es la fecundidad, a lo que hombre y la mujer están llamados conjuntamente. La unión conyugal forma parte del designio divino sobre el mundo y también en la procreación, el hombre y la mujer expresan su naturaleza de imagen de Dios. Aquí se puede ver la sacralidad del matrimonio, del amor y de la fecundidad.
De éstos tres versículos se desprenden igual número de verdades antropológicas fundamentales:
a) El hombre es el ápice de todo lo creado en el mundo visible, y el género humano (…)es corona de la creación. Varón y mujer son seres humanos en el mismo grado, ambos fueron creados a imagen de Dios.
b) Esta imagen y semejanza con Dios, esencial al ser humano, es trasmitida a sus descendientes.
c) El creador confía el dominio de la tierra al género humano, a todas las personas.
Se trata de tres conceptos relacionados: dignidad, fecundidad y dominio.
La dignidad que procede de que el hombre es imagen de Dios, se manifiesta tanto en ella fecundidad humana como en el dominio sobre el mundo.
Hay una huella de Dios tanto en la fecundidad humana como en el dominio: 1) En cuanto a la fecundidad. Trasmitiendo la vida a los hijos hombre y mujer les dan en heredad esa “imagen de Dios “ que fue conferida al primer hombre en el momento de la creación y 2) En cuanto al dominio. La creación a imagen de Dios constituye el fundamento del dominio sobre las otras criaturas del mundo visible, las cuales fueron llamadas a la existencia con miras al hombre y para él.
Que el hombre está hecho a imagen de Dios es definición del hombre y fundamento de la peculiar dignidad de la persona humana. El hombre se convierte en expresión particular de la gloria del Creador, está llamado a convertirse entre las criaturas del mundo visible en un portavoz de la gloria de Dios y en una palabra de su gloria.
2) Segundo relato: Gen. 2,4b-25. Pertenece a la fuente yahvista ( Siglo IX a.C.). Este relato refleja la cultura y teología de los primeros tiempos de la monarquía. Es más antiguo que el sacerdotal; más simbólico y descriptivo; más alegórico, psicológico y subjetivo. Este texto se puede dividir en seis partes:
a) Presentación, que sirve de transición del relato sacerdotal al yahvista: la tierra baldía expectante del hombre que la ha de trabajar.
b) Creación del hombre. Es narrada con la mayor brevedad. La idea de formar o modelar a partir de un material determinado se usa en la Biblia para describir la actividad del alfarero. “ Yahveh es presentado como el alfarero que modela al hombre - yasar ha ´adam - con polvo de la tierra - ´afar ha ´adamah - y después infunde aliento de vida - nesoma - . (…). ´Adam en este contexto no significa el primer hombre como individuo, sino el hombre en general, el ser humano antes y fuera de cualquier determinación, incluso de la determinación sexual. La única determinación, incluso de la determinación que, a lo largo de la Biblia el término ´adam es su condición de criatura, su origen y dependencia de Dios, su superioridad sobre el resto del universo creado y también sus limitaciones”[170].
La creación del ser humano del polvo de la tierra es presentada como un proceso misterioso, como una acción primordial que escapa nuestra comprensión. Después de expresar sobre el frágil carácter de la naturaleza y condición humanas. El término afar alude sin duda a las limitaciones que comporta la existencia terrena del hombre.
El texto parece reflejar la experiencia corriente de que un ser humano es una realidad tangible ( un cuerpo ), viva y no dividida: resultó el ser humano un ser viviente . El aliento de vida implica sencillamente que el hombre es un ser vivo. La persona es creada como un a realidad viviente . No es un alma que se coloca en el cuerpo.
c) La preparación del paraíso. El paraíso es el ornato del hábitat del hombre. Se quiere expresar cual es el sentido de la vida humana que está llamado desde los inicios al cultivo de la tierra y a su dominio. Se cierra con un mandamiento que Dios da al hombre: “ que es no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal “. Eso le pertenece a Dios; está reservado a Dios decir lo que es malo y lo que es bueno. Supone un sometimiento de la criatura al creador.
d) La soledad originaria. “ No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda adecuada”.
e) El hombre pone nombre a los animales. Significa un acto de posesión, Dios lleva al hombre todos los animales para ver como los llamaba y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre les diera. Aquí se manifiesta el acto de dominio, posesión e inteligencia.
f) Creación de la mujer. La mujer es creada para acompañar al hombre en la soledad originaria. Se da una evidente imagen nupcial. Aquí se da la idea de una sola carne. Se da una igualdad entre el hombre y la mujer. También se haba del estado de inocencia originaria.
De este texto se pueden sacar dos grandes enseñanzas: 1) en cuanto a la sexualidad y al matrimonio y 2) en cuanto a la condición humana.
En cuanto a la sexualidad y al matrimonio se aluden:
a) La condición de soledad originaria. El hombre está solo y esto se presenta como un problema antropológico fundamental. La soledad originaria tiene dos momentos: 1) cuando el hombre cae en la cuenta de su identidad, al ver que no existe ningún otro ser como él en el mundo y 2) cuando siente la necesidad de la compañía humana.
Los dos aspectos son fundamentales de la persona: la identidad del hombre y las relaciones humanas.
El hombre se da cuenta de que está solo cuando Dios le muestra las demás criaturas para que les ponga nombres: a medida que Dios se las presenta . Así el hombre tomo conciencia de su propia superioridad, es decir, no puede ponerse al nivel de ninguna otra especie de seres vivientes sobre la tierra. El génesis comenta “ no había para el hombre ayuda semejante a él”. El hombre se encuentra desde el primer momento delante de Dios , como en búsqueda de la propia identidad. En esa búsqueda, sigue un itinerario que le lleva a la autoconciencia: a) Primer paso: Conciencia de soledad, b) Segundo paso: comparación con el mundo y c)Tercer paso: el hombre nota que es diferente de los demás seres y también, en que consiste esa diferencia. El hombre comienza a conocerse a sí mismo, advirtiendo a sí mismo lo que le distingue.
El segundo aspecto de la soledad originaria se encuentra en el necesidad de encontrar un semejante. En esto se manifiesta el carácter social del hombre, necesita de otros seres como él.
Ser persona es ser un sujeto capaz de relaciones. Como puede advertirse en Génesis 2,18, el hombre no puede existir solo; puede existir solamente como unidad de dos y por consiguiente en relación con la persona humana. Y esta comunión de los dos indica que en la creación del hombre se da una cierta semejanza con la comunidad divina, esta semejanza se da como una llamada y tarea.
b) La escena de la creación de la mujer. Tiene una clara imagen nupcial. Expresa la unidad del género humano, la común dignidad del hombre y de la mujer.
c) Se habla de la fuerza del vínculo conyugal. El hombre y la mujer forman una sola carne.
La condición humana.
El hombre es creado como una realidad viviente y como una síntesis de un elemento somático y un elemento espiritual. El hombre tiene una condición psico-somática. La persona humana es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad, con un lenguaje simbólico, cuando afirma que Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios. El hombre es una realidad primera y última de cuerpo y alma, no es el alma que se coloca en el cuerpo. En la unidad de cuerpo y alma el hombre es por su misma naturaleza un resumen del universo material, el cual alcanza por medio de la persona su más alta cima.
El cuerpo no es simplemente un órgano e instrumento del espíritu. Éste expresa la persona. Si vemos al cuerpo, vemos al hombre, porque lo somático no es un simple envoltorio de un núcleo personal.
El hombre es sujeto a partir de su propio cuerpo y no sólo por su autoconciencia, pues es precisamente su estructura corporal lo que le permite ser autor de la actividad verdaderamente humana. Le permite trabajar, que es algo intrínseco a la realización de su ser. El cuerpo es esencial para la realización y manifestación del hombre.
18.2. Creación del Varón y de la mujer.
" Macho y hembra los creó" (gen 1,27). A diferencia del Gen 2 ( vide infra), el escritor Sacerdotal se refiere a la creación de la mujer de modo sumamente breve y lacónico. Los dos términos empleados zakar/ macho y uneqebab/ hembra sugieren directamente que la distinción de sexos pertenece a la creación inmediata de la humanidad. El ser humano sólo se realiza plenamente en la diferencia de varón y mujer. No puede hablarse de una esencia del hombre al margen de su existencia en dos sexos.
El pensamiento bíblico es radicalmente opuesto a toda concepción andrógina del ser humano. Queda por tanto excluida cualquier concepción mítica de la sexualidad, pero al mismo tiempo ésta no queda desacralizada, como tampoco el hombre, puesto que precisamente al ser el ´adam macho y hembra se refleja en él la imagen de Dios. La sexualidad y en consecuencia la corporeidad humana es así valorada en la más alta medida.
El texto nos dice también que la humanidad existe en comunidad: comunidad de hombre y mujer, y de unos seres humanos con otros. El destino de la persona humana es vivir con los demás. Se trata de una condición que deriva de la Creación misma.
Bendíjolos Dios y díjoles: "Sed fecundos y multiplicaos (Gen 1,28). Para la Biblia todo lo que concierne a la vida es santo. Un respeto espontáneo y patente impregna los textos bíblicos que tratan de la sexualidad humana. El aspecto y la actividad e la pareja que ocupan ahora la atención del hagiógrafo son la fecundidad, a la que el hombre y mujer son llamados conjuntamente. Esta fecundidad es un don de Dios y fruto de su bendición . Se origina en el Creador y es Objeto de una vocación.
La sexualidad en el ser humano adquiere una valoración muy distinta a la que presenta los animales, aunque la capacidad de procrear derive en muchos casos de una bendición divina. La unión conyugal forma parte del designio divino sobre el mundo, y también en la procreación el hombre y la mujer expresan su naturaleza de imagen de Dios. Vivida en estas condiciones, la sexualidad humana es una manifestación de la dignidad con la que el hombre ha sido dotado por su Creador.
A través de estos textos vemos claramente cuál es la fuente inmediata de la sacralidad del matrimonio, del amor y de la fecundidad. No es un arquetipo mítico, como imaginaban los pueblos paganos del entorno. Es la palabra creadora de Yahvéh, que expresa su voluntad permanente. La misma palabra divina ha impreso en la sexualidad humana su norma natural y el ideal hacia el que debe tender, Si el matrimonio no tiene un arquetipo divino, posee, sin embargo, un prototipo humano, creado por Dios en el origen, y que permanece como el modelo que debe ser reproducido.
18.3. El hombre, imagen de Dios.
Hay varios textos en la Sagrada Escritura en la que aparece el hombre como imagen de Dios. Estos se pueden resumir en la exégesis sobre los textos de la creación. Van unidas la decisión creadora de Dios y la bendición. Dios crea, bendice y sitúa al hombre en el mundo y con eso corona la creación.
Gen 1: lo que nos transmite sobre la creación del hombre es que Dios lo crea porque quiere y lo crea al final, a modo de coronación de su obra creadora. De este texto se desprenderán tres importantes puntos: a) El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios. b) Hay un mandato para el dominio. c) Fecundidad. El hombre procrea imágenes de Dios. En estos tres puntos encontramos un especial paralelismo con los tres desórdenes que se dan en el hombre: a) soberbia de la vida; b) concupiscencia de la vista; c) concupiscencia de la carne.
Gen 3: En este segundo relato de la creación del hombre hemos de destacar 4 aspectos: a) El hombre es creado tanto del barro de la tierra como de algo divino. b) El Paraíso es el ornato del hábitat del hombre. Esta el árbol de la vida como símbolo de la inmortalidad terrena. c) La mujer es creada para acompañar al hombre en su soledad originaria. d) Se expresa la naturaleza del pecado. Por tanto queda deteriorada la d1) Imagen de Dios; d2) el dominio; y d3) la fecundidad.
Textos sapienciales: insisten en la cuestión de la dignidad. Sir. 17,3: el hombre se parece a Dios porque domina sobre el mundo; Ab. 2,23: Dios hizo al hombre incorruptible porque es de su misma naturaleza; Ab. 9,1 y 10,1: Oraciones de Salmón, Dios hizo al hombre para dominar.
En el Nuevo Testamento: se pone de manifiesto que Cristo es imagen de Dios Invisible[171] y esplendor de su sustancia[172]. Cristo es imagen del Padre[173]. Estamos llamados ser uno con Cristo[174] y seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es.
La imagen de Dios en el hombre -que desarrolla la patrística- se puede ver en dos puntos: A) en el Alma. La escuela Alejandrina ha visto en el Alma lo que es propiamente humano y a ello se refiere la creación a Imagen de Dios. El cuerpo no sería imagen de Dios, pues eso equivaldría a considerar a Dios corpóreo[175]. B) en el Cuerpo. En otra línea están los que ven la creación a Imagen de Dios también en relación a la plasmación del cuerpo humano y no solo en el alma: el modelo a partir del cual Dios ha creado al hombre es el Hijo que iba a encarnarse[176]. Respecto a la Imageny Semejanza hay padres que las distinguen entre si: la imagen se recibe con la creación y la semejanza se va adquiriendo con la virtud. Otros padres, aunque no distingan, aceptan un crecimiento en la semejanza o en la imagen.
La concepción teológica de imagen de Dios es diferente de éstos modos de ver al hombre como imagen de Dios. El hombre imagen de Dios quiere decir, que el ser humano se parece a Dios, y solo el hombre es capaz de conocer a Dios y amarle. El hombre en cuanto imagen de Dios se da en el conocimiento y en el amor humano, dos facultades que Dios tiene. Bajo la luz de alcanzar a Dios, de perfeccionar por ayuda de la gracia santificante, el hombre se acerca más a Dios, se parece más a Dios. El hombre va recogiendo un camino de santificación con Dios.
18.4. Características de la persona.
Entre los aspectos que caracterizan la personalidad humana y ayudan a definirla, se encuentra la racionalidad, la tendencia innata que lleva al hombre a transformar el mundo que lo rodea, la afectividad, la sexualidad, la relación que guarda con todo el universo, su naturaleza religiosa, su lenguaje, y el carácter social. Vamos a examinar en este apartado las tres últimas características que se consideran más relevantes de la persona humana.
a) El hombre, ser religioso. El ser humano tiende por naturaleza al reconocimiento y adoración de Dios. Hay en su mente y en sus conocimientos una cierta conciencia de sus orígenes y de su fin último. El sentido más alto de la dignidad humana radica precisamente en la tendencia del hombre a la comunión con Dios. No se trata de un mero impulso, sino que responde a una llamada divina. Una consecuencia directa de este hecho es que existe un deseo de Dios inscrito hondamente en el corazón humano, un deseo que Dios no deja de estimular. El hombre ha expresado y expresa su ser religioso por medio de creencias y determinados comportamientos que hacen referencia al mundo invisible y al más allá, y que indican su dependencia de un ser supremo. Esos comportamientos incluyen la oración, la práctica de sacrificios, la erección de lugares sagrados, la determinación de tiempos con especial significado religioso, etc. Estas formas de conducta se originan en el ser natural del hombre y no guardan, una relación directa con la economía de salvación instaurada por la Revelación sobrenatural y la gracia de Jesucristo. Pero no son completamente ajenos a la gracia divina, y pueden ser aveces preparación providencial de la religión revelada, y contener fragmentos de verdad cristiana. El hombre puede adoptar a veces ante la religión actitudes de olvido, indiferencia e incluso de repudio expreso. Estas ideas y la conducta de desafío que deriva de ellas obedecen a una mente confundida y a una voluntad perversa , y no pertenecen a la norma sino a la patología del espíritu humano.
b) El hombre, ser social. Sólo con los demás y entre los demás deviene el hombre un ser verdaderamente humano. La sociedad es un factor ineliminable en la homonización y personalización del individuo . El carácter social tiene que ver con el más íntimo y elemental desarrollo de su ser. Porque no hay un yo si no existe un tú con el que entrar en relación. El hombre es un ser esencialmente relacional, abierto al diálogo y a la comunicación con otros seres humanos por un imperativo de naturaleza ontológica. Los hombres nacen dotados de una herencia genética y de una herencia cultural, de modo que en la constitución de su persona confluyen dos factores, uno biológico y otro histórico. La herencia cultural o social influye en nuestra personalidad más todavía que la genética. De ahí la excepcional importancia de la educación y del ambiente en el hacerse del individuo. Nadie comienza su historia personal desde cero. Su propia historia arranca de la historia de los demás que le han precedido en el tiempo. Cuando un hombre es adulto también necesita de la comunidad , porque debe insertarse en un sociedad especializada y sentirse parte de ella para suplir la carencias y desarrollar sus cualidades. La inserción en la comunidad supone además la integración en una tradición. El hombre recibe de la sociedad y contribuye también a ella según sus posibilidades.
c) El hombre, ser capaz del lenguaje. La capacidad del lenguaje es algo definitorio en el hombre en máximo grado. El uso del lenguaje es la actividad racional por excelencia, no solo en el sentido de que el lenguaje humano deriva de la razón, sino también en el sentido de que los símbolos y signos lingüísticos son como un terreno a partir del cual la misma razón se constituye. La razón se halla en la raíz del lenguaje, y éste a su vez da forma a la razón.
El lenguaje ha sido definido como un método exclusivamente humano de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada. El lenguaje humano no es el resultado de un instinto ni tiene una base exclusivamente biológica o morfológica. El hombre habla siempre en una lengua determinada, que es producto cultural y social, y que se trasmite de una manera viva en el seno de una comunidad. Lo que caracteriza además al lenguaje humano es la posibilidad de emitir y recibir un número ilimitado de mensajes. El lenguaje exterioriza la intimidad de un modo voluntario, deliberado y controlado. La conexión entre pensamiento y lenguaje, no es accidental o contingente, sino que la relación es intrínseca. La estructura lógica incorporada al lenguaje, es el pensar mismo. El lenguaje es pensamiento expresado sensiblemente, pero es también el pensamiento mismo. Su función no es meramente comunicativa o instrumental. El lenguaje es el vehículo del pensamiento.
18.5. El Alma Humana; la unidad anímico-corporal del ser humano.
Si afirmamos que Dios es un ser espiritual y que el hombre es imagen de Dios, se desprende de estas dos premisas que el alma humana es espiritual.
También se desprende del hecho de que el alma humana realiza operaciones estrictamente espirituales (intelección, reflexión, elección, etc.) que no dependen intrínseca ni esencialmente del cuerpo, la inmortalidad del alma.
En la perspectiva bíblica hay dos textos fundamentales que sobresalen en el Antiguo testamento: Gen 2, 7 “Formó Yahveh Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado”; y Gen 1, 26-27 “Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra”. De estos textos se deducen tres ideas fundamentales: 1) que el hombre ha recibido de Dios, directamente, algo que está aquí expresado de una manera muy concreta y que hace de él un ser completamente distinto de los animales. 2) que el hombre domina el resto de la creación como un ser de otro orden. 3) que el hombre está hecho a imagen Dios. Solo progresivamente la noción de resurrección se va abriendo camino ,como se ve por ejemplo en todo el cap. 37 de Ezequiel y sobre todo en 2 Mac. 13, 38-46. En el Nuevo testamento no hay un tratado de Jesucristo acerca del alma, no se puede buscar nada que se asemeje a una teoría sobre la naturaleza del alma. La creencia en la resurrección constituye, sin duda, el centro de la revelación neotestamenteria. Existen textos que afirman muy claramente la distinción entre el principio espirtual y el principio corporal del hombre, así Mt 10, 28 “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la Gehenna”. San Pablo depende en gran medida de las concepciones tradicionales del AT; así en 1 Cor 15, 45 y 1 Tes 5, 23.
En los comienzos de la Iglesia se encuentran, pues, por una parte, en presencia de una certeza de fe: la resurrección, que implica la existencia del alma, y, por otra de un conjunto de doctrinas heterogéneas sobre el origen y naturaleza del alma. Por tanto podemos afirmar que la elaboración cristiana del alma se basa primeramente en los relatos del Génesis; en las palabras de Jesucristo; en la recepción cristiana de Platón y en la recepción de la doctrina hilemórfica de Aristóteles. Platón no cesa nunca de afirmar la inmortalidad del alma, esencialmente diferente del cuerpo. Inmortalidad que significa no sólo que la existencia del alma persiste después de la muerte del individuo, sino también que esta existencia es anterior a la del individuo en que ella habita. A partir de Platón se desarrollará toda una tradición filosófica que sostiene que el alma no alcanza la plenitud de su destino más que evadiéndose, por la contemplación y la reflexión, de la materia en la que está encerrada. Por su parte Aristóteles la define así: “Aquello por lo que nosotros, vivimos, sentimos, y ante todo pensamos”. Es aquello por lo que la vida que estaba en potencia en el cuerpo se convierte en acto: la forma del cuerpo. No hay vida eterna para el alma aristotélica. Santo Tomás es el que adapta la doctrina aristotélica la cual parecía tener pocas posibilidades de servir de base a una teología cristiana del alma.
La persona humana creada a imagen de Dios , es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que " Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente" (Gen 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios".
El hombre es una unidad primera y última del alma y cuerpo. Por encima de la diferencia esencial del cuerpo y alma, es preciso afirmar la totalidad ontológica del ser humano, que ha sido descrito con razón como cuerpo animado o alma encarnada.
El alma racional y la carne hacen un solo hombre. El cristiano rompe con la idea griega de que el hombre es su alma, un alma que debe liberarse de la carne en que ha caído.
La comprensión cristiana del hombre se distancia también de la antropología cartesiana, que concibe el alma y el cuerpo como dos sustancias o realidades completas, vinculadas mediante una unión puramente accidental. El cristiano se aleja por tanto de cualquier concepción antropológica que aísle o privilegie el espíritu a expensas de la corporalidad, y también de planteamientos dualísticos que hablan del espíritu como lo libre y personal en el hombre, y del cuerpo como lo natural sometidos a las leyes necesarias.
La corporeidad en la Sagrada Escritura es tan propia y constitutiva del ser humano como su espiritualidad. El hombre es en la Biblia un espíritu vivo , o es carne, es decir, consiste en la totalidad psicosomática que cada uno de nosotros comprueba en su propia experiencia. Espíritu y carne no son dos cosas adecuadamente distintas , como el soma y la psiche de Platón.
El cuerpo no es simplemente un órgano o instrumento del espíritu. El cuerpo expresa la persona. Si vemos el cuerpo, vemos al hombre, porque lo somático no es un simple envoltorio de un núcleo personal.
El hombre es sujeto a partir del propio cuerpo y no solo por su autoconciencia, pues es precisamente su estructura corporal lo que le permite ser autor de una actividad verdaderamente humana. Le permite en concreto, trabajar, que es algo intrínseco a la realización de sus ser. El cuerpo es esencial para la manifestación y realización del hombre.
La doctrina cristiana sobre el cuerpo del hombre se opone a las diferentes formas de dualismos que ve en la materia el origen del mal. La Biblia dice que el hombre ha sido creado por Dios tanto en su cuerpo como en su alma, y que estos eran buenos. Está claramente presente en los relatos de la creación del Génesis. Hay una cierta influencia de las ideas platónicas que ha llevado a minimizar la importancia positiva del cuerpo, como si fuese accidental al alma vivir en un cuerpo. La inspiración aristotélica de Santo Tomás le ha ayudado por el contrario a hacer plena justicia a la antropología bíblica. No niega que sea el alma por sí misma una forma sustancial, pero precisa que es la forma de un cuerpo al que Dios la destina. En el nuevo Testamento nos muestra la positividad del cuerpo el hecho mismo de que el Verbo se encarnase; la realidad del matrimonio y de la procreación[177] y por supuesto la resurrección final con Cristo[178].
B) RESUMEN
La revelación destaca que el hombre es un ser singular, situado frente a la totalidad del cosmos. Dios creador del mundo puramente material y puramente espiritual, ha creado al hombre que está en medio, resumiendo en sí esos dos mundos. Es de fe que el hombre fue creado por Dios. El magisterio enseña que desde el principio del tiempo Dios creó al hombre compuesto de alma y cuerpo[179]. El ser humano aparece en la Biblia como coronación y centro de la obra divina. La creación del hombre es iniciativa del Creador. El origen divino del hombre determina los aspectos de su presente y de su presencia ante Dios, juega un papel decisivo en lo concerniente a lo que el hombre ha de llegar a ser , determina el futuro humano, está íntimamente relacionado con la salvación del hombre. El hombre a su vez no ha sido creado solitario.
En el libro del génesis encontramos dos relatos sobre la creación del hombre, estas narraciones están en Gen 1,26-28 ( relato sacerdotal ) y en Gen 2,4b-25 ( relato Yahvista ). Éstas. Aunque diferentes por el tiempo de su composición, etc. se complementan y constituyen un todo unitario, que trasmite la enseñanza revelada sobre el origen del hombre. Del relato sacerdotal se desprenden las siguientes enseñanzas antropológicas: a) El hombre es el ápice de todo lo creado en el mundo visible, y el género humano (…)es corona de la creación. Varón y mujer son seres humanos en el mismo grado, ambos fueron creados a imagen de Dios, b) Esta imagen y semejanza con Dios, esencial al ser humano, es trasmitida a sus descendientes y c) El creador confía el dominio de la tierra al género humano, a todas las personas. En el relato Yahvista se pueden sacar dos grandes enseñanzas: 1) en cuanto a la sexualidad y al matrimonio y 2) en cuanto a la condición humana.
En cuanto a la sexualidad y al matrimonio se aluden: a)La condición de soledad originaria. El hombre está solo y esto se presenta como un problema antropológico fundamental. La soledad originaria tiene dos momentos: 1) cuando el hombre cae en la cuenta de su identidad, al ver que no existe ningún otro ser como él en el mundo y 2) cuando siente la necesidad de la compañía humana. Los dos aspectos son fundamentales de la persona: la identidad del hombre y las relaciones humanas, b) La escena de la creación de la mujer. Tiene una clara imagen nupcial. Expresa la unidad del género humano, la común dignidad del hombre y de la mujer y c) Se habla de la fuerza del vínculo conyugal. El hombre y la mujer forman una sola carne. En cuanto a la condición humana se alude que el hombre es creado como una realidad viviente y como una síntesis de un elemento somático y un elemento espiritual. El hombre tiene una condición psico-somática. La persona humana es un ser a la vez corporal y espiritual. El hombre en su totalidad es querido por Dios. El hombre es una realidad primera y última de cuerpo y alma, no es el alma que se coloca en el cuerpo. El cuerpo no es simplemente un órgano e instrumento del espíritu. Éste expresa la persona. Si vemos al cuerpo, vemos al hombre, porque lo somático no es un simple envoltorio de un núcleo personal. El hombre es sujeto a partir de su propio cuerpo y no sólo por su autoconciencia, pues es precisamente su estructura corporal lo que le permite ser autor de la actividad verdaderamente humana.
En Gen 2,21-22 se narra la creación de la mujer. Con ella la creación de la humanidad está completa y el plan divino habrá cubierto su objetivo final. El modo en que se realiza la creación de Eva, se describe con lenguaje simbólico, que expresa bien a las claras como el hombre y la mujer comparten y realizan la misma naturaleza y se pertenecen mutuamente.
Dios provoca en el hombre un profundo sueño. En la tradición bíblica, el sueño es espacio de revelación , es también el expediente con el que se subraya la gratuidad de la acción divina y su carácter misterioso. Por eso dicha acción, no puede tener, ni espectadores, ni colaboradores humanos. El hombre no participa activamente en la creación de la mujer, no puede darse a sí mismo lo que le falta, debe recibirlo como ha recibido su propia existencia, como puro regalo divino.
La concepción teológica de imagen de Dios. El hombre imagen de Dios, quiere decir: que el ser humano se parece a Dios, y solo el hombre es capaz de conocer a Dios y amarle. El hombre en cuanto imagen de Dios se da en el conocimiento y en el amor humano, dos facultades que Dios tiene. Bajo la luz de alcanzar a Dios, de perfeccionar por ayuda de la gracia santificante, el hombre se acerca más a Dios, se parece más a Dios. El hombre va recogiendo un camino de santificación con Dios.
Entre los aspectos que caracterizan la personalidad humana y ayudan a definirla, se encuentra la racionalidad, la tendencia innata que lleva al hombre a transformar el mundo que lo rodea, la afectividad, la sexualidad, la relación que guarda con todo el universo, su naturaleza religiosa, su lenguaje, y el carácter social.
El alma humana. Su origen en relación al cuerpo. Si afirmamos que Dios es un ser espiritual y que el hombre es imagen de Dios, se desprende de estas dos premisas que el alma humana es espiritual. También se desprende del hecho de que el alma humana realiza operaciones estrictamente espirituales (intelección, reflexión, elección, etc.) que no dependen intrínseca ni esencialmente del cuerpo, la inmortalidad del alma. En los comienzos de la Iglesia se encuentran, pues, por una parte, en presencia de una certeza de fe: la resurrección, que implica la existencia del alma, y, por otra de un conjunto de doctrinas heterogéneas sobre el origen y naturaleza del alma. Por tanto podemos afirmar que la elaboración cristiana del alma se basa primeramente en los relatos del Génesis; en las palabras de Jesucristo; en la recepción cristiana de Platón y en la recepción de la doctrina hilemórfica de Aristóteles. La doctrina cristiana sobre el cuerpo del hombre se opone a las diferentes formas de dualismos que ve en la materia el origen del mal. La Biblia dice que el hombre ha sido creado por Dios tanto en su cuerpo como en su alma. Está claramente presente en los relatos de la creación del Génesis. La inspiración aristotélica de Santo Tomás le ha ayudado por el contrario a hacer plena justicia a la antropología bíblica. No niega que sea el alma por sí misma una forma sustancial, pero precisa que es la forma de un cuerpo al que Dios la destina. En el nuevo Testamento nos muestra la positividad del cuerpo el hecho mismo de que el Verbo se encarnase; la realidad del matrimonio y de la procreación y por supuesto la resurrección final con Cristo.
C) BIBLIOGRAFÍA
- Juan Luis Lorda. “ Antropología del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II “. Palabra. Madrid 1996.
- José Morales. “ El misterio de la Creación “. Eunsa. Pamplona 1994.
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