Caminito de infancia espiritual o abandono espiritual
Ángel Rodríguez Andaluz
La doctrina del Caminito de la Infancia espiritual es el carisma propio de Teresita de Lisieux. Dios, por medio de ella, ha querido manifestar y actualizar su deseo divino, ya realizado en los Misterios de la Encarnación y Redención, de que las relaciones entre el cristiano y Dios tengan como base la confianza y el amor, confianza y amor que semejan las relaciones entre la madre y el hijo apoyado en su seno, pero en un plano sobrenatural y espiritual. Total dependencia de Dios, completo abandono a su Divina Voluntad.
Y mira por donde, el 12 de diciembre de 1925, Felisa ya con el hábito de dominica y que firma con el nombre de SOR TERESITA DEL NIÑO JESÚS, escribe a su amiga Benita: "Aprendamos bien el camino de mi santita: hacernos muy niños y descansar plenamente en El. Tomar todo como venido de sus mano; y así estaremos contentas y en todo agradeceremos a JESÚS". Luego le pide oraciones... "para que llegue a ser UNA GRAN SANTA".
Esto da una idea de cómo Teresita de Daroca se proponía al principio de su vida religiosa seguir los pasos, en su itinerario espiritual, de la Maestra del Caminito y "llegar a ser una gran Santa", los mismos deseos que tenía Santa Teresita al entrar en el Carmelo.
AMOR A LOS FAMILIARES: Los que se han adentrado en la doctrina de Santa Teresita y familiarizado con su vida, habrán constatado la importancia que da a sus relaciones con sus parientes, a pesar de ser una monja contemplativa. Para ella sus familiares no han sido un estorbo en su BÚSQUEDA DEL ABSOLUTO, sino almas con cuerpos con quienes la ligaban lazos queridos por Dios, y que serían primeros beneficiarios de sus sacrificios y penitencias realizadas en el silencio y soledad del claustro.
Y Teresita de Daroca, a pesar de su frase a Benita: "sobreponte al corazón, que es el mayor enemigo que llevamos dentro de nosotras", y que hay que saber entenderlo en su verdadero sentido, también siguió a su Patrona. Cómo dice Jesús L. Medel en la Vida de Teresita: "Su entramado familiar, su gratitud, su unión con los suyos -como nos lo ratificarán, incluso, las propias novicias de Olmedo, ya en los momentos finales- fue una constante. En los acontecimientos importantes, fuesen enfermedades, fallecimientos, primeras comuniones, matrimonios, etc., Sor Teresita combinaba su camino ascendiente hacia Jesús, con los avatares humano-familiares". Ya ella lo había escrito en una carta: "Me voy de vuestro lado pero no para separarnos, sino antes al contrario estaremos doblemente unidas en Dios".
AMOR FRATERNO: Conocido es el Manuscrito que Santa Teresita escribió a su Madre Priora Maria de Gonzaga y cuyo título es: "Luces sobre la Caridad". En él la monjita de Lisieux expone su pensamiento sobre el Amor Fraterno, fruto de una gracia recibida del Señor. Exposición de un carácter práctico, pero que no le falta su base teológica. Al fin y al cabo, era un resumen de su práctica continua del amor fraterno con sus hermanas del claustro, y de una manera espiritual con todos los humanos con su oración y sacrificio.
Lo mismo podemos decir de nuestra Teresita. Además del testimonio de la Comunidad de Daroca, que tuvo la dicha de beneficiarse del amor fraterno y el desvivirse de nuestra hermana, tenemos las palabras del que fue Párroco de Daroca, D. Andrés Estrada, que escribió a este respeto: "...Su vida de gran amor a la Comunidad, esforzándose en ser fermento de unión y alegría, tanto de cara a los de fuera, que la conocimos en el torno, como de cara a la Comunidad...".
OLVIDO DE SI MISMA: En la vida de Santa Teresita tiene una importancia capital lo que se ha llamado "la gracia de Navidad". El Niño Jesús en su nacimiento irrumpió en el alma de la joven Martín y sintió ella un cambio total en su interior, que se manifestó en sus actuaciones exteriores. Y añade en su Autobiografía: "Sentí la necesidad de olvidarme de mi por contener a los demás, y comencé a ser feliz". Es el leitmotiv de la vida religiosa de Santa Teresita. También dirigiéndose a su hermana Ceferina en una de sus cartas escribió: "No quiero ser despreciada, sino olvidada". Quiere decir desapercibida.
Y este fue también el proceder de Teresita de Daroca. Las palabras pronunciadas por ella en el curso de su última enfermedad, mejor dicho, la noche antes de morir, resume el programa de abnegación y humildad que se había propuesto y practicado durante su vida religiosa. "No hables nunca de mí". Había recomendado a Sor Asunción. Y no era una palabra sin una significación profunda, y del momento; sino más bien fruto de todo un trabajo y esfuerzo por dominarse y dejar a un lado -"el yo" que todos llevamos, y que según la frase famosa de San Francisco de Sales "muere un cuarto de hora después de la persona misma". Los diversos testimonios de las monjas que la conocieron convergen en constatar esta faceta tan importante de la vida de Sor Teresita y que ha sido sin duda el origen de otro hito en la trayectoria espiritual de nuestra Hermana y del que hablaremos a continuación.
ACTUAR CON SENCILLEZ.- "Un alma sencilla, que vivió escondida con Cristo en Dios". Es el testimonio de una monja que conoció a Sor Teresita... y leyendo su vida uno constata la verdad del aserto. Como persona que vive, o que trata de vivir, la unión con Dios Trino, la simplicidad de Dios va poco a poco invadiendo y posesionándose de su ser, y por eso su manera de actuar es sencilla, como fruto de esa unión. Ella se pierde, como hemos dicho, se olvida, se simplifica, y aparece la obra de Dios, sin complejos, ni artificios, sencilla, pura, transparente.
En eso también Teresita de Daroca sigue los pasos de Teresita de Lisieux. La Monja Carmelita que vive también el abandono de su Caminito de Infancia Espiritual y está muy apegada a la verdad, actúa libremente, la libertad de hijos de Dios, de que nos habla el Evangelio, y no tiene necesidad de obras aparatosas para afirmar su "yo" al que ella trata de renunciar continuamente, sin compasión, para vivir "escondida con Cristo en Dios".
SACRIFICIOS ORDINARIOS.- Los pequeños sacrificios son uno de los elementos esenciales y distintivos del Caminito de Infancia Espiritual. Ayuda a vivir ese abandono en las manos del PADRE que ayuda al despego, a la muerte del "yo", al olvido de sí misma, a la sencillez, sin peligro de perjudicar a una humildad auténtica. Son el condimento de una vida religiosa "comprometida", disposición necesaria para la oración y para la mortificación, que son las alas que ayudan a la persona consagrada para imitar a Cristo Crucificado, vida del Alma.
Podríamos decir que también en esto, las dos Teresitas andan parejas. Las dos han comprendido que la vida ordinaria, real, se compone de pequeños sacrificios, que hay que aceptar "con amor y por amor". Como medio de purificación: Sacrificios voluntarios y sacrificios involuntarios, pero sacrificios, en forma de sufrimiento o contrariedad que hieren la sensibilidad y que provienen de causas y situaciones diversas. Todo ello aceptado con un espíritu de paz y de tranquilidad, a pesar del estado de combate espiritual en que se pueda encontrar el alma, que desea, y se esfuerza por la unión con el Dios PACÍFICO.
Por amor y con amor, y sin contar, porque tanto Teresita de Lisieux como Teresita de Daroca dicen "el que ama no sabe de cuentas".
AMOR A LAS ENFERMAS.- Las obras de misericordia son un elemento constitutivo de la esencia del cristianismo. Cristo quiso que fueran uno de los puntos del examen final. "Estuve enfermo y no me habéis visitado...".
La Historia de un alma escrita por Santa Teresita, y los testimonios de las monjas de Daroca y de Olmedo que hablan de Sor Teresita, narran la importancia que las dos almas daban a esta exigencia evangélica respecto a las enfermas, y cómo la practicaron con fidelidad y sin reparar en sacrificios, la primera en el convento carmelitano de Lisieux, la segunda, primero en Daroca, luego ya Priora en Olmedo.
Con el lema común de "quien ama no sabe de cuentas", las dos Teresitas se olvidaban de sí mismas por cuidar a las enfermas, dándoles todos los cuidados, mimos, consolaciones, fruto de una exquisita caridad y amor fraterno.
Ambas se beneficiaron un día, en su última enfermedad, de la semilla que con generosidad habían sembrado anteriormente. En las dos muertes, las dos Comunidades de Lisieux y de Olmedo asistieron piadosamente, en su momento y en su lugar, a la muerte de las dos Teresitas.